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Este cuento tan conocido por todo el mundo y que conlleva
su moraleja es lo que ha ocurrido en uno de los hogares de convivencia del
Projecte Oriol.
Precisamente ha sido Oriol su protagonista.
Pedro y el lobo
narra la historia de un pastorcillo que tiene el encargo del pueblo de cuidar a
las ovejas del gran rebaño. El se aburre, como es normal en un adolescente y
decide un día gastar una broma al pueblo. Grita “¡Qué viene el lobo!”, el
pueblo sale desesperado con palos y cornetas pero el lobo no está. El chico se
ríe a carcajadas del pueblo.
Ello pasa varias veces hasta que un día aparece el lobo
de verdad. Él lo grita pero el pueblo, decepcionado, pasa de él. Total un
montón de ovejas muertas.
Aquí ha pasado un poco al revés.
Oriol es un adulto de 47 años con un CI proporcional a
los 6-7 años. Es muy buena persona pero, como a todos nos pasa, tiene sus
peculiaridades.
Una de éstas es que tiene una memoria para los nombres de
las calles y para la música, brutales.
En su mente existen varios personajes los cuales siempre
dialogan con él. No son alucinaciones, son pensamientos intrusivos y una gran
imaginación. Los principales personajes son: Lucky Luke, los Dalton, Rafael Nadal,
Rafael Casanovas y Oliver Twist. A parte, otras personas que por alguna razón
han dejado huellas de memoria en su vida.
Algunas veces estos personajes le hacen malas pasadas y
otras veces le hacen reír.
Y él interactúa realmente con ellos. Les habla en voz
alta y/o en el pensamiento.
De hecho, como les ocurre a los niños de 3 a 6 años no se
cansa de ver las películas de Lucky Luke una y otra vez. Y siempre habla de sus
personajes y lo que ha hecho con ellos o lo que ellos le han hecho.
En el Taller Alba, siempre busca intentar que alguien haga un
papel (generalmente de los Dalton) y el quiere jugar con el papel de Lucky
Luke. Lo que ocurre es que a los demás no les suele apetecer o aunque quieran
jugar o colaborar, no saben lo que han de decir ni hacer ya que el guión se
encuentra en su cabeza. Ello acaba conllevando problemas de relación, con lo
cual se lo tienen vetado.
Pues bien. Cuando Oriol entró a residir en su domicilio
actual, se le trató muy bien (y se le sigue tratando muy bien). Va limpio,
aseado, afeitado, con las uñas cortadas (pies y manos), bien y sanamente
alimentado (ha perdido unos 10Kg en 5 meses y medio), tiene la analítica
perfecta y los dientes muy bien cuidados.
Le compran ropa, calzado. Se lo llevan a todos los
sitios. Total que vive muy bien.
Hace un par de meses o un poco más, los soporters me
empezaron a comunicar que había algún error de conducta importante.
El error en concreto y que ya ha aparecido en muchas
ocasiones tiene que ver con dos conductas que se superponen. La primera, muy
típica en los pacientes psiquiátricos con cierto deterioro y en los discapacitados
intelectuales es que más que comer, tragan. Ello produce atragantamientos que
pueden llegar a producir una pneumonía o un ahogamiento.
Oriol, en el taller, come triturado para evitar dicha
situación. Ahora bien, también se atragantan con el agua. Ello ocurre porque más
que comer, devoran y se les desacompasa la respiración o se les queda un trozo
en la boca y otro unido al primero en la faringe.
Pero Oriol tiene otra característica y es que mientras
come puede que rememore o desarrolle alguna fantasía mental o algún recuerdo
gracioso. Ello le produce risa. Una risa espástica que tiene dos resultados:
1.- Se atraganta.
2.- Le sale la comida por la boca y va a parar al de
enfrente. Al intentar taparse él mismo la boca y seguir riendo y atragantándose,
acaba ahogándose más y sacando su comida por la nariz (con mocos incluídos).
Se le reconvino a intentar controlarse y los soporters le
amenazaron con sanciones como: comer triturado o comer aparte.
Y aquí empezó el descalabre. Como que no cumplieron con
sus amenazas o las levantaron a cambio de promesas, Oriol como cualquier chico
de 6-7 años entendió que ello no ocurriría y se estableció una pauta conductual
consistente en que si seguía desarrollando dicha conducta en el comedor,
recibía un plus de atención muy importante. Y ello solidificó la conducta.
Un día se atragantó de tal manera que el soporter tuvo
que aplicarle la maniobra e Heimlich (podéis conocerlo clicando en el siguiente
link: http://projecteoriol.blogspot.com.es/2012/03/como-actuar-en-caso-de-atragantamiento.html).
Hace 10 días, cuando los soporters le retiraron el plato
de la mesa por su conducta, Oriol dio un paso más. Veamos: lo de retirar el
plato, lo de triturar la comida o lo de que comiera a parte, fueron actos que
emprendieron los soporters pero la mayoría de las veces se quedó en amenaza o
en un intento gráfico de acción que se revertía cuando él aseguraba que no lo
haría más. Pero este día, le retiraron el plato de verdad. El se fue a su
habitación y allí estalló. Dio un grito brutal. Ello hizo que los soporters
acudieran despavoridos por si le había pasado nada. Ahí estaba, sentadito en la
cama con cara de mala leche. Les respondió que estaba enfadado porque le habían
retirado el plato.
Es decir, la conducta se había complicado con otro nuevo
paso para llamar la atención.
En Oriol esto acababa siempre en su casa y con su madre,
con la llamada de algún vecino a la policía ya que los gritos podían durar
horas.
Ante ello, decidí sancionarlo de manera, si puede decirse
ejemplar. No sé si dará resultado pero quizás sí y sobre todo si los soporters
saben retomar el hilo aplicando las normas sin compasión.
Y digo sin compasión porqué de no ser así, luego las
cosas se complicarían al extremo de haber de sacar al Oriol de dicho hogar.
Una de las amenazas era que se iría a una residencia por
una semana. Ello no es bien, bien un castigo. Es un cambio a un lugar más serio,
menos personalizado, con más normas y menos atención personalizada.
Y ello es lo que he cumplido después de darle tantas
oportunidades como han tenido los soporters de cambiar las normas.
A la acción le he dado carácter de sanción, aunque en el
fondo serán unas vacaciones.
Pero dichas vacaciones también irán bien a sus soporters.
Creo que entenderán que se encuentran ante un niño de 6-7 años pero que lleva
40 años teniendo esta edad. Luego sabe muy bien su papel. Un niño de 6-7 años
ha de saber entender que si incumple las normas, hay una sanción o incomodidad
detrás. Y unos padres han de saber que mejor aplicar una sanción suave que, por
lástima, tener que aplicar luego sanciones mucho más dolorosas o restrictivas ya
que la conducta se ha expandido e instalado.
Decir tengo que los soporters de Oriol merecen todo mi
respeto y gratitud ya que son personas muy cuidadosas, respetuosas y sensibles
para con los demás. Y es ello lo que les ha perjudicado.
En fín, esperemos que todo vaya bien y que Pedro solo
avise al pueblo cuando de verdad viene el Lobo. Dicho de otra manera: más vale
prevenir que curar.
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