SALUT MENTAL

Hola, vols saber coses?

sábado, 29 de septiembre de 2012

TRASTORNO ANTISOCIAL-2/4. El Trastorno Disocial (niños malos)

Marca "Me gusta" en la presentación de la página https://www.facebook.com/ProjecteOriol. Se te avisará cada vez que publiquemos algo.




El Trastorno Disocial (Niños malos)-2

Las personas suelen preguntarse cómo se originan estas personalidades. A mi entender siguen dos modelos distintos en apariencia, en función de los padres y los eventos constantes educativos entre los cuales cuenta mucho el entorno cultural y el micro-entorno social.

En relación al entorno socio-cultural inmediato del menor, el DSM-IV especifica que si la conducta disocial es la aceptada por su entorno socio-cultural, no se puede realizar dicho diagnóstico ya que este patrón en dicho entorno no será “raro” (léase pandillas, barrios marginales, etc.).

Genéticamente son personas con menos capacidad emotiva que la media, mayor impulsividad y con dificultades atencionales. Con todo, siempre encontraremos variaciones o las circunstancias ambientales las pueden haber modificado de bien pequeños (traumas).

Para que la educación incida sobre la personalidad de estos chic@s ha de cumplir uno de estos 2 requisitos:

1.- Transmisión afectiva nula, con ejercicio de la violencia por parte de los padres.
2.- Roles paternos opuestos en el binomio proteccionismo vs ausencia/periferia.


1.- Transmisión afectiva nula, con ejercicio de la violencia por parte de los padres.

Este origen que no es el más frecuente (lo es el siguiente) pero sí que hay suficientes casos como para comentarlo.

Se trata de parejas que ya tuvieron este mismo diagnóstico en la infancia y que luego demostraron ser personalidades del clúster B (fundamentalmente). Dicho clúster contempla los Límite, Antisociales, Histriónicos o Narcisistas (véase el link siguiente para más detalles: http://projecteoriol.blogspot.com.es/2012/04/los-trastornos-de-la-personalidad-3.html).

La dinámica de relación familiar que establecen no se basa en lo afectivo hacia el hij@ sino en sus egoísmos combinados. La característica principal es la no empatía con sus hijos a nivel afectivo. La transmisión educativa se basa en la inmadurez, en la impulsividad y en lo antisocial.

Puede haber violencia física o psíquica y todo se impone y se razona por el dominio de uno a otro.

Dicho aprendizaje lo empieza a practicar el/la menor con el objetivo doble de recibir atención (aunque sea negativa) y de conseguir sus objetivos.

Hemos de recordar que la atención negativa es mejor que la no atención. Los niñ@s se saben dependientes de sus padres y la necesidad genética de aprender les lleva a imitar (de pequeños) las conductas que, observan, reportan resultados a su necesidad de satisfacción.

Así los valores que se transmiten es que un@ solo es válido para conseguir la cuota vital de placer (satisfacción) si es manipulador y/o dominante (tirano o dictador).

El afecto queda fuera de lo relacional y solo prevalece el dominio sobre el/los otros para conseguir el objetivo, el cual es el PODER. Evidentemente el Poder puede ser económico, físico, material o simplemente sobre los otros.

La impulsividad, la frialdad, la manipulación verbal o física, la carencia de la capacidad de querer (estimar, amar), la intimidación, la falta total de respeto (humano) y el deseo inmediato de satisfacción, los acaban definiendo.

Comentemos aquí algo común tanto del Trastorno disocial como de los otros trastornos del clúster ‘B’): el fracaso escolar.

El fracaso escolar en estos chic@s se debe a la falta de aprendizaje de los conceptos de perseverancia y dedicación.

El patrón que se transmite es el de obtener las cosas cuando uno las desea y por la fuerza. Ello hace que los estudios se vean como algo contrario a lo aprendido: esforzarse, perseverar, dedicar horas, hacer los deberes, mirar la agenda, etc., no es algo que se positivice ni se incentive en su educación. Por ello, los estudios son algo que uno ha de ignorar. La cuota de satisfacción se obtiene a través de las gamberradas, las peleas, el absentismo. No importa nada porque nada escolar vale el esfuerzo si se puede conseguir a la brava.


2.- Roles paternos opuestos en el binomio proteccionismo vs ausencia/periferia.

Aquí conviven diferentes modelos familiares: Familias monoparentales, Familias sobreprotectoras, Familias donde la madre es sobreprotectora y el padre es periférico (con o sin intervención aguda, puntual y desajustada).

El modelo es femenino en relación al padre educador, aunque no hemos de olvidar que hay un porcentaje interesante (interesante pero no significativo) de casos donde hay una inversión de roles.

Por cualquiera de las 3 razones comentadas más arriba, la madre no sabe transmitir que lo deseado tiene un valor afectivo. Son madres que se dan sin condiciones a su hijo (varón). Aunque lo intenten, no son capaces de transmitir y educar el concepto de tolerancia a la frustración. Pero no lo hacen porque no amen a su hijo, sino que lo hacen por qué interiormente no pueden oírlo llorar y por ende cualquier otra manifestación de “no satisfacción”.

Por otro lado, el padre o bien es un ser débil, o bien es un padre periférico (forzado o no). Veamos:

Un padre débil tanto lo puede ser porque actúe como una madre sobreprotectora (ello es anecdótico pero sucede), como porque la madre lo haya apartado del proceso educativo del hijo, como porque él sea insensible al concepto aceptado de familia (padre que no participa en nada en la educación de su hijo, tiene sus propios intereses).

Sea cual sea el caso (que evidentemente aportan las diferencias), el padre no ejerce su rol educativo como padre. Bien porque malcría, bien porque se aparta (deja de existir) con el riesgo añadido de que sienta celos y rechace o ignore a su hijo, bien porque no sepa transmitir cariño alguno de manera sincera, espontánea y real. Pero aparte de ello, el padre no instruye al hijo en algo de necesidad tan cierta como la disciplina (aplicación, perseverancia, tolerancia a la frustración, sociabilidad).

Pero, rizando más el rizo hay padres del tipo periférico y subtipo me-apartaron o voy-a-la-mía que intervienen únicamente para terminar situaciones conflictivas entre los hermanos o entre el hijo y las madre a través de la violencia sin sentido y los castigos inmediatos desproporcionados a la acción o al suceso.

Todo ello va dando un modelo de conducta al menor que en la adolescencia se introyectará no como un modelo a seguir sino como una pauta propia de conducta. Ello definirá su personalidad.

La manifestación de éste prototipo de personalidad la encontraréis en la anterior entrada:

Tratamiento
Aunque este no es el objetivo de dicho capítulo, os diré que el tratamiento pasa por los padres antes de la adolescencia. Luego hay que combinar el abordaje de los padres y de los propios hijos. Los fármacos tipo sedantes a muy bajas dosis o los antiepilépticos usados como inhibidores de la impulsividad pueden ayudar al hijo a contener su impulsividad.

En la próxima entrada veremos ya lo que sigue a partir de los 18 años con estas personas llamadas disociales (menores de edad); Es decir, el trastorno antisocial de la personalidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario