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miércoles, 10 de octubre de 2012

SUICIDIO y PARASUICIDIO

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El suicidio consiste en acabar con la vida de uno mismo por voluntad propia y con una o varias razones para hacerlo.

Así, el suicidio es un acto voluntario, meditado y que intenta cerrar un conflicto de manera definitiva al considerar la persona que su muerte la liberará a ella y/o a los demás de dicho conflicto o sus causas.

Los conflictos que llevan al suicidio son de diferentes tipos y el mensaje que conllevan también es diferente. El mensaje es siempre el planteamiento irresoluble (aparentemente o de manera cierta) de un problema. El conflicto surge cuando el problema no se resuelve (porque no se puede o porque no se sabe) y los intentos de solución son siempre los mismos y no logran resolver el problema.

El impacto del conflicto en la vida de la persona puede ser real o puede ser una percepción de la propia persona. Sea como fuere la persona siente que la única manera de solucionarlo es eliminando la fuente del mismo; es decir suicidándose.

Así podemos hablar de los suicidios naturales y los suicidios afectivos.

Para mí, el suicidio natural lo entiendo como el lógico, mientras que el afectivo lo entiendo como el pesimista.

Ejemplos de suicidio natural tenemos varios: testamentos vitales, derecho a la eutanasia, códigos culturales de honor. El suicidio afectivo es aquel que se produce por una percepción individual del conflicto. La persona tiene que tener el afecto deprimido para llegar a la conclusión de que la única liberación es el suicidio.

Las depresiones endógenas (sin causa externa) pueden llevar al individuo al suicidio por el cansancio del sufrimiento que provoca. El agotamiento en una depresión grave es total, la visión de la vida es totalmente negra, uno no puede disfrutar con nada, los pensamientos son muy negativos, el sentimiento de culpa por estar vivo es omnipresente. Podría pensarse en que tanta razón tiene una persona con una enfermedad incurable y deteriorante como un depresivo endógeno o exógeno. Pero hay que entender que el estado de ánimo deprimido es una de las condiciones que se imponen a la hora de plantear la eutanasia. Por definición una persona con un trastorno mental no puede aceptársele la petición de una eutanasia.

De todas maneras, os puedo asegurar que las razones por las cuales las personas con depresión grave se suicidan generalmente son dos: o porque no siguen un tratamiento (lo abandonan) o porque el sistema médico (privado y público) fallan. Con lo último quiero decir que el seguimiento que se hace a una persona depresiva no habría de poder permitirse fallos como: no control del paciente durante las primeras semanas de tratamiento, no saber valorar el riesgo suicida (generalmente por no preguntarlo), no instruir bien a los familiares si los hay, no entender que la depresión contiene muchos elementos de urgencia, etc.

Las depresiones exógenas o de causa externa pueden llevar al suicidio por la imposibilidad de quien las sufre de superar su estado anímico debido a un conflicto entre el individuo y lo que le rodea. Ejemplos variados son: un desamor, la pérdida de ingresos económicos, el bullyng y el mooving, la deshonra social, etc.

En ellas se objetiva que la causa por la cual el individuo decide suicidarse solo es relevante a este extremo para él o ella. Son los suicidios que dejan boquiabiertos a los oyentes ya que en condiciones normales, la persona no haría ello.

Hay que entender que la depresión deforma la personalidad hasta el punto de que uno mismo ni se reconoce cuando se compara con su antes. La persona no tiene ganas de hacer nada, no tiene ganas de arreglarse, asearse, a lo mejor solo quiere estar sentada o tumbada o durmiendo, no tiene ganas de salir, cada cosa que se fuerza a hacer le cuesta un sufrimiento, no puede disfrutar con la compañía de los demás y no los quiere ni ver, etc. Pero es que a más a más la persona tiene otros síntomas que le acarrean más sufrimiento y más depresión.

El síntoma más debilitante es el de la ansiedad flotante. La sensación a parte de desagradable es la de indefensión, la de ser vulnerable a cualquier cosa. Esta sensación de miedo, día tras día es agotadora y potencia aun más el estado depresivo. También tenemos el insomnio, las rumiaciones sobre un mismo tema pesimista, los dolores, la imposibilidad de concentrarse en algo que no sea las propias cavilaciones, los despistes, etc.

Hablemos ahora de los tipos de suicidio según su intencionalidad real: el suicidio propiamente dicho y el parasuicidio.

El suicidio como hecho voluntario no suele ser producto de un arrebato sino que comporta una meditación larga sobre el mismo. La persona le lleva rondando por la cabeza de tiempo la idea de quitarse de en medio para no sufrir más o hacer sufrir a los demás.

Generalmente ha sopesado las diferentes opciones de acabar con su vida. Cuándo, cómo, dónde. Puede haber escrito varias notas explicativas o no. Se medita y hasta se obtiene cierta satisfacción por ser capaz de decidirlo.

Con todo ello quiero decir que los suicidios reales son largamente premeditados y gestados. Otra cosa es el impulso final para hacerlo. Éste puede decidirse en un momento y la ejecución del acto será preparada de manera más o menos esmerada en función de las tres preguntas planteadas en el anterior párrafo.

Las personas que quieren suicidarse suelen elegir momentos y lugares en los que nadie pueda interferir ni llegar a tiempo. Ello es un punto de mucho interés a la hora de valorar la intencionalidad suicida real (ver el siguiente apartado: parasuicidio).

Si ha elegido el ahorcamiento puede que no le conlleve más planeación que escoger un momento de soledad o un lugar apartado, pero no excesivamente ya que con unos minutos basta. En mi relativamente poca experiencia de personas que se han suicidado he detectado que los alcohólicos suelen decidirse por este método.

También la defenestración o precipitación al vacio es un método expeditivo que no precisa de grandes preparativos; así como el arrojarse en las vías de un tren, metro o al paso de un camión o autobús.

Aunque sean métodos tan expeditivos, suele haber una nota de despido o justificación del acto.

Otros suicidios se planean de manera más detallada. Aquí encontramos los envenenamientos por tóxicos o por gases. Estos suelen requerir la búsqueda de más información, la obtención de las sustancias, un aislamiento de mayor tiempo y una capacidad de contención mucho mayor que los descritos más arriba. Son suicidios mucho más planeados ya que la posibilidad de errarla es mucho mayor: cálculo de dosis, condiciones de aislamiento, peligro de explosión, o de dañar a otros, etc. Lo que no debemos de olvidar es que el suicida siempre va a por lo seguro y no la quiere errar.

El Parasuicidio. Se llama así a los intentos de autolesión que acaban con la muerte real de la persona. Dichos intentos suelen interpretarse como una necesidad de llamar la atención.

Suelen realizarse con métodos poco eficaces, con la intencionalidad subyacente de que se le encuentre y pueda interferirse la actividad suicida. En estos casos encontramos los cortes, la intoxicación por ansiolíticos o aspirinas.

Son actos muy impulsivos donde la persona suele cometer el acto para desviar la atención hacia ella en un sentido compasivo o para cortar de golpe con una situación muy desfavorable para ella.

Por ejemplo, tomemos una personalidad histriónica que desesperadamente quiera acaparar la atención de otra persona. Una de las maneras más eficaces es provocando un evento de riesgo vital en el que de alguna manera el otro pueda sentirse responsable o culpable.

También es fácil encontrarse con personas que han provocado un conflicto familiar grave con su conducta de la cual se le hace (y lo es) responsable. Ello puede crear que su entorno esté enfadado con él/ella o hasta que lo dejen de banda. Ello suele romperse bien con un intento de suicidio ya que transmite preocupación y hace olvidar el enfado.

Cuando las estrategias fallan y la persona fallece, caso de cortes o mal cálculo del tiempo de espera hasta que lo encuentren o error en la combinación y dosis de fármacos o tóxicos, es cuando hablaremos de parasuicidio.

En los intentos de suicidio no es raro encontrar notas de despedida, las cuales mezclan el sentimiento de culpa con la culpabilización a los demás por la falta de atención.

Finalmente cuatro palabras sobre el falso suicidio. Muchos de los llamados suicidios por sobredosis de drogas, alcohol y/o fármacos no son en absoluto intencionados y son resultado de la intoxicación. En ellos no hay ni notas, ni preparativos. Simplemente se producen porqué la persona está sola y no se la puede atender cuando aparece el coma.

Como veis es un tema apasionante y conmovedor. No os he querido abrumar con cifras ni porcentajes ya que mi intención era llevar entendimiento sobre dichos actos y sobre las personas que los comenten.

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