El suicidio consiste en acabar con la vida de uno mismo
por voluntad propia y con una o varias razones para hacerlo.
Así, el suicidio es un acto voluntario, meditado y que
intenta cerrar un conflicto de manera definitiva al considerar la persona que
su muerte la liberará a ella y/o a los demás de dicho conflicto o sus causas.
Los conflictos que llevan al suicidio son de diferentes
tipos y el mensaje que conllevan también es diferente. El mensaje es siempre el
planteamiento irresoluble (aparentemente o de manera cierta) de un problema. El
conflicto surge cuando el problema
no se resuelve (porque no se puede o porque no se sabe) y los intentos de
solución son siempre los mismos y no logran resolver el problema.
El impacto del conflicto en la vida de la persona puede
ser real o puede ser una percepción de la propia persona. Sea como fuere la
persona siente que la única manera de solucionarlo es eliminando la fuente del
mismo; es decir suicidándose.
Así podemos hablar de los suicidios naturales y los suicidios
afectivos.
Para mí, el suicidio natural lo entiendo como el lógico,
mientras que el afectivo lo entiendo como el pesimista.
Ejemplos de suicidio natural tenemos varios: testamentos
vitales, derecho a la eutanasia, códigos culturales de honor. El suicidio afectivo
es aquel que se produce por una percepción individual del conflicto. La persona
tiene que tener el afecto deprimido para llegar a la conclusión de que la única
liberación es el suicidio.
Las depresiones
endógenas (sin causa externa) pueden llevar al individuo al suicidio por el
cansancio del sufrimiento que provoca. El agotamiento en una depresión grave es
total, la visión de la vida es totalmente negra, uno no puede disfrutar con
nada, los pensamientos son muy negativos, el sentimiento de culpa por estar
vivo es omnipresente. Podría pensarse en que tanta razón tiene una persona con
una enfermedad incurable y deteriorante como un depresivo endógeno o exógeno.
Pero hay que entender que el estado de ánimo deprimido es una de las
condiciones que se imponen a la hora de plantear la eutanasia. Por definición
una persona con un trastorno mental no puede aceptársele la petición de una
eutanasia.
De todas maneras, os puedo asegurar que las razones por
las cuales las personas con depresión grave se suicidan generalmente son dos: o
porque no siguen un tratamiento (lo abandonan) o porque el sistema médico
(privado y público) fallan. Con lo último quiero decir que el seguimiento que
se hace a una persona depresiva no habría de poder permitirse fallos como: no control
del paciente durante las primeras semanas de tratamiento, no saber valorar el
riesgo suicida (generalmente por no preguntarlo), no instruir bien a los
familiares si los hay, no entender que la depresión contiene muchos elementos
de urgencia, etc.
Las depresiones
exógenas o de causa externa pueden llevar al suicidio por la imposibilidad
de quien las sufre de superar su estado anímico debido a un conflicto entre el
individuo y lo que le rodea. Ejemplos variados son: un desamor, la pérdida de
ingresos económicos, el bullyng y el mooving, la deshonra social, etc.
En ellas se objetiva que la causa por la cual el
individuo decide suicidarse solo es relevante a este extremo para él o ella.
Son los suicidios que dejan boquiabiertos a los oyentes ya que en condiciones
normales, la persona no haría ello.
Hay que entender que la depresión deforma la personalidad
hasta el punto de que uno mismo ni se reconoce cuando se compara con su antes.
La persona no tiene ganas de hacer nada, no tiene ganas de arreglarse, asearse,
a lo mejor solo quiere estar sentada o tumbada o durmiendo, no tiene ganas de
salir, cada cosa que se fuerza a hacer le cuesta un sufrimiento, no puede
disfrutar con la compañía de los demás y no los quiere ni ver, etc. Pero es que
a más a más la persona tiene otros síntomas que le acarrean más sufrimiento y
más depresión.
El síntoma más debilitante es el de la ansiedad flotante.
La sensación a parte de desagradable es la de indefensión, la de ser vulnerable
a cualquier cosa. Esta sensación de miedo, día tras día es agotadora y potencia
aun más el estado depresivo. También tenemos el insomnio, las rumiaciones sobre
un mismo tema pesimista, los dolores, la imposibilidad de concentrarse en algo
que no sea las propias cavilaciones, los despistes, etc.
Hablemos ahora de los tipos de suicidio según su
intencionalidad real: el suicidio propiamente dicho y el parasuicidio.
El suicidio
como hecho voluntario no suele ser producto de un arrebato sino que comporta
una meditación larga sobre el mismo. La persona le lleva rondando por la cabeza
de tiempo la idea de quitarse de en medio para no sufrir más o hacer sufrir a
los demás.
Generalmente ha sopesado las diferentes opciones de
acabar con su vida. Cuándo, cómo, dónde. Puede haber escrito varias notas
explicativas o no. Se medita y hasta se obtiene cierta satisfacción por ser
capaz de decidirlo.
Con todo ello quiero decir que los suicidios reales son
largamente premeditados y gestados. Otra cosa es el impulso final para hacerlo.
Éste puede decidirse en un momento y la ejecución del acto será preparada de
manera más o menos esmerada en función de las tres preguntas planteadas en el
anterior párrafo.
Las personas que quieren suicidarse suelen elegir
momentos y lugares en los que nadie pueda interferir ni llegar a tiempo. Ello
es un punto de mucho interés a la hora de valorar la intencionalidad suicida
real (ver el siguiente apartado: parasuicidio).
Si ha elegido el ahorcamiento puede que no le conlleve
más planeación que escoger un momento de soledad o un lugar apartado, pero no
excesivamente ya que con unos minutos basta. En mi relativamente poca
experiencia de personas que se han suicidado he detectado que los alcohólicos
suelen decidirse por este método.
También la defenestración o precipitación al vacio es un
método expeditivo que no precisa de grandes preparativos; así como el arrojarse
en las vías de un tren, metro o al paso de un camión o autobús.
Aunque sean métodos tan expeditivos, suele haber una nota
de despido o justificación del acto.
Otros suicidios se planean de manera más detallada. Aquí
encontramos los envenenamientos por tóxicos o por gases. Estos suelen requerir
la búsqueda de más información, la obtención de las sustancias, un aislamiento
de mayor tiempo y una capacidad de contención mucho mayor que los descritos más
arriba. Son suicidios mucho más planeados ya que la posibilidad de errarla es
mucho mayor: cálculo de dosis, condiciones de aislamiento, peligro de
explosión, o de dañar a otros, etc. Lo que no debemos de olvidar es que el
suicida siempre va a por lo seguro y no la quiere errar.
El Parasuicidio.
Se llama así a los intentos de autolesión que acaban con la muerte real de la
persona. Dichos intentos suelen interpretarse como una necesidad de llamar la
atención.
Suelen realizarse con métodos poco eficaces, con la
intencionalidad subyacente de que se le encuentre y pueda interferirse la
actividad suicida. En estos casos encontramos los cortes, la intoxicación por
ansiolíticos o aspirinas.
Son actos muy impulsivos donde la persona suele cometer
el acto para desviar la atención hacia ella en un sentido compasivo o para
cortar de golpe con una situación muy desfavorable para ella.
Por ejemplo, tomemos una personalidad histriónica que
desesperadamente quiera acaparar la atención de otra persona. Una de las
maneras más eficaces es provocando un evento de riesgo vital en el que de
alguna manera el otro pueda sentirse responsable o culpable.
También es fácil encontrarse con personas que han
provocado un conflicto familiar grave con su conducta de la cual se le hace (y
lo es) responsable. Ello puede crear que su entorno esté enfadado con él/ella o
hasta que lo dejen de banda. Ello suele romperse bien con un intento de
suicidio ya que transmite preocupación y hace olvidar el enfado.
Cuando las estrategias fallan y la persona fallece, caso
de cortes o mal cálculo del tiempo de espera hasta que lo encuentren o error en
la combinación y dosis de fármacos o tóxicos, es cuando hablaremos de
parasuicidio.
En los intentos de suicidio no es raro encontrar notas de
despedida, las cuales mezclan el sentimiento de culpa con la culpabilización a
los demás por la falta de atención.
Finalmente cuatro palabras sobre el falso suicidio. Muchos de los llamados suicidios por
sobredosis de drogas, alcohol y/o fármacos no son en absoluto intencionados y
son resultado de la intoxicación. En ellos no hay ni notas, ni preparativos.
Simplemente se producen porqué la persona está sola y no se la puede atender
cuando aparece el coma.
Como veis es un tema apasionante y conmovedor. No os he
querido abrumar con cifras ni porcentajes ya que mi intención era llevar
entendimiento sobre dichos actos y sobre las personas que los comenten.
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