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Este es un tema simple pero sorprendente para algunos.
Quizás el enfoque que le voy a dar le parezca a algunos
lectores poco menos que “carca” o impregnado de religión. Pero no es así; lo
que expongo es una verdad universal.
El diseño de la conducta sexual tal y como la evolución
ha revelado tiene una explicación lógica y una aplicación doble: la
reproducción y el placer por puro placer.
Hay varios tipos de reproducción según la especie que se
trate. Si nos centramos en la reproducción sexual, sea del tipo hermafrodita o
de sexos diferenciados, la primera pregunta que nos viene a la mente es: ¿Cómo
se asegura la especie que la reproducción sea un hecho más que probable?
Sin reproducción las especies desaparecerían. Por ello la
‘vida’ ha de asegurarse al máximo su supervivencia en el tiempo. Luego el sexo
ha de tener una recompensa alta para los individuos de la especie que sea para
asegurar que la pervivencia en el tiempo (evolución) de dicha especie se consiga.
Si la reproducción se asociara a la indiferencia o al
dolor los individuos no la buscarían, les sería como mucho indiferente o la evitarían.
La respuesta a la pregunta formulada un par de párrafos
más arriba es que la vida se las ha ingeniado para hacer que la reproducción
sea algo deseable y buscado para cada elemento de una especie determinada y de
todas en sí mismas.
Dicho ingenio se llama “placer”. El Placer es algo que se
siente en la mente como dichoso, satisfactorio, gustoso… Reverbera en nuestras
emociones y potencia el acto que lo produce. Es decir funciona como un estímulo
positivo para reforzar una conducta: la sexual.
Luego, cualquier individuo de la especie que sea ha de
sentir placer (a su manera, claro) para que la conducta sexual reproductiva tenga lugar.
En organismos simples (insectos) donde existe la reproducción
sexual, el placer no es comparable con el que sienten especies más complejas o
superiores pero es placer al fin y al cabo. ¿Cómo siente placer una mosca? Resulta
obvio que una mosca no puede sentir el placer como lo sienten los mamíferos
(por ejemplo) ya que no tiene capacidad neuronal para ello. Pero sí que tiene
capacidad neuronal para responder a estímulos hormonales que inducen al acto
sexual. Ello sin duda es la manera en que las moscas, por ejemplo, responden al
estímulo sexual. Es quizás mecánico pero existe así.
Me
explico mejor: en la época de apareamiento de las moscas (sigamos con dicho
ejemplo), éstas excretan al exterior un tipo de feromonas (Muchas
especies de plantas
y animales
utilizan diferentes aromas o mensajes químicos como medio de comunicación y
casi todas envían uno o varios códigos por este medio, tanto para atraerse o
rechazarse sexualmente como para otros fines. Algunas mariposas,
como los machos de Saturnia pyri, son capaces de detectar el
olor de la hembra a 20 km de distancia. El término feromona fue acuñado a
finales de la década de los años 1950,
a partir de las raíces griegas φέρω, llevar y ὁρμόνη, estímulo, hormona. -Wikipedia-) que
atraen sexualmente a las parejas. Ello es así porque de alguna manera esta
conducta está incentivada con una recompensa y dicha recompensa ha de ser un
tipo de placer.
En
animales más superiores, ocurre lo mismo pero la recompensa se observa que va
ligada a un tipo de placer que llamamos “éxtasis sexual”.
El
placer sexual que se obtiene al final del acto sexual, el cual coincide con la
fecundación del otro individuo, refuerza que ante los estímulos sexuales la
conducta más probable sea la de la cópula.
Evidentemente
ha de haber una reciprocidad en el placer sexual. Pero lo importante en el acto
sexual es que el elemento considerado masculino fertilice al elemento femenino.
Generalmente és la hembra la que inicia el rito reproductivo, emitiendo
feromonas que el macho detecta. Éste estímulo previo hace que el macho se
sienta atraído hacia una conducta sexual con la hembra y la hembra se sienta en
disposición de aceptar al macho. Ambas conductas han de ser placenteras a fin
de que se asegure el embarazo y con ello la permanencia en el tiempo de la
especie.
Ello es evidente en muchas especies que solo desarrollan
la conducta sexual cuando la hembra se encuentra preparada para ello
(estaciones climáticas óptimas para la alimentación de los pequeños, seguridad
para la cría). Una vez ha pasado la llamada época de celo, la hembra deja de
emitir feromonas sexuales y el macho pierde el interés por ellas.
En otras especies, en cambio, el macho siempre se encuentra
dispuesto a realizar el apareamiento ya que haya o no feromonas en el aire, su
condicionamiento sexual es tal que lo asocian a la simple presencia de la
hembra (o ni ello, respondiendo a cualquier estímulo interno o externo que despierte el interés sexual. Léase cuando un perro te coje la pierna y venga). En estos casos, la hembra solo permitirá la cópula cuando ella esté
preparada y si no lo está, rechazará al macho. Es decir, en estos casos parece
que la hembra no tiene memoria del éxtasis asociado a la cópula, mientras que
el macho sí que parece tenerla y buscarla, y ello, como he comentado,
independientemente de si la hembra está o no en celo o ni siquiera es una hembra o macho de su especie (recuérdese ejemplo en el mismo párrafo).
En otras especies más superiores el acto sexual se busca
siempre y las hembras parecen también participar del deseo desasociado a la
reproducción. Ello nos hace concluir que en este tipo de especies el placer
sexual en la hembra es también un condicionante de su conducta, lo cual nos
hace deducir que también son capaces de llegar a una especie de éxtasis que
refuerza la conducta independientemente de su objetivo primario: la
reproducción.
Aquí es donde aparecen las especies de algunos homínidos
y cetáceos (como poco), donde el sexo no va ligado únicamente a la reproducción
sino que va ligado al deseo de placer y en concreto del placer final, el éxtasi
sexual.
Es decir, en el inconsciente de la especie, cuanto más
evolucionada está a nivel sexual, ya no es necesario que se indique con señales
la época de celo, sino que basta con el recuerdo-estímulo de éxtasis sexual
para que la conducta se desencadene por ambas partes. Aquí la reproducción se
asegura de todas, todas, ya que si siempre hay posibilidad de copular, tarde o temprano
coincidirá con la ovulación para que se produzca la reproducción.
El ser humano como super especie, ha desarrollado una
gran capacidad de aprendizaje conductual y ello también en su esfera sexual
(que no reproductiva), llegando a desligar el placer sexual de la simple
reproducción. Pero no tan solo eso sino que es capaz de practicar el sexo con
el único objetivo del placer y, por tanto, la cópula no es imprescindible o no
es el único objetivo de la relación sexual.
Fijaos que aquí aparece otra pregunta: Si todo ello es
correcto ¿Si no fuera necesaria la cópula para la reproducción, el placer
sexual existiría? La respuesta es simple: NO.
Todo lo relativo a las conductas básicas para la
supervivencia de la especie produce placer en algún sentido y su falta produce
displacer o dolor.
¿A cuáles conductas básicas me refiero? Pues las siguientes: comer, beber, dormir, defecar,
orinar y copular. Todas estas conductas están premiadas con estímulos placenteros.
La causa es simple: incentivarlas. Pero no tan solo eso, sino que su falta crea
un sentimiento de necesidad que en algunos casos puede ser transformado en
dolor (léase la necesidad de defecar o de orinar o el hambre doloroso). Así el hambre, el sueño, la
libido insatisfecha, producen una sensación de urgencia que puede convertirse
en displacer o en dolor físico. Cuando dicha urgencia se encuentra satisfecha,
no tan solo desaparece el displacer o el dolor sino que hay una bonificación
extra en el sentido de placer. Placer de comer, de saciar la sed, de descansar
o de evacuar y el gran placer: el sexual.
El ser humano y otras especies han descubierto que se
puede tener por objetivo el placer y que para ello han de realizar algún tipo
de conductas que originariamente tenían por objetivo un acto de supervivencia y
que luego se han convertido en una fuente de placer independiente de la
necesidad real para la supervivencia de ser producidas. Comer o beber por el
placer que produce determinado gusto o sensación, dormir para buscar
desconectarse del mundo vigil, relacionarse a nivel sexual para satisfacerse,
etc.
Por otro lado hay conductas que se realizan porque su
resultado también es una fuente de satisfacción o placer pero no por una
necesidad de supervivencia sino por su alineación con algún tipo de placer
natural. Por ejemplo, conseguir un objetivo como llegar al final de una empresa,
produce placer o satisfacción. Dicho placer existe porque se alinea o
identifica con uno de los placeres básicos para la supervivencia del individuo
o de la especie.
En algunos casos (muchos) la búsqueda del placer se
convierte en una obsesión patológica que supera el concepto de supervivencia de
la especie: conseguir posesiones, dominar al otro, hacer daño al otro, ser
admirado por el otro, ser amado por el otro, etc. Y todo a cualquier precio sea
del propio individuo, sea a costa de la satisfacción, dolor o muerte de o de los otros.
Cuatro son los tipos de placer desviados a objetivos no
vitales: el poder sobre los demás, la admiración de los demás, las posesiones (materiales
o económicas) y el sentirse querido. Y todo ello como principal objetivo vital
para el individuo (que no para la especie). Ejemplos los tenemos en los
políticos, los artistas, los ricos y los empresarios pudientes, los asesinos en
serie, los violadores, los maltratadores, etc.
Y todo ello es posible por la capacidad del ser humano (seguida de lejos por unas especies y de no tan lejos por otras -delfines, elefantes, homínidos-) de los niveles de aprendizaje que ha ido superando: secundario, terciario y cuaternario. Y ello se explica así:
1.- Aprendizaje primario: el fuego quema. Lo he experimentado
2.- Secundario: el fuego al acercar la mano me la calienta, luego lo caliente puede quemar (o lo rojo). Lo he experimentado.
3.- Terciario: el hielo hace daño. Lo he experimentado, luego por analogía o desplazamiento, lo frío hace daño (o azul). No lo necesito experimentar.
4.- Cuaternario: si lo intenso puede ser dañino, cualquier cosa intensa puede ser dañina y lo evito. No lo necesito experimentar.
Y lo mismo ocurre con la búsqueda del placer de características sexuales.
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