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Médicos de familia y neuropsiquiatras alertan del riesgo de dejar sin sanidad a los enfermos mentales 'sin papeles'.
Médicos de familia y neuropsiquiatras alertan del riesgo de dejar sin sanidad a los enfermos mentales 'sin papeles'.
Escribo en negro lo que dice el texto original y en azul y cursiva algunos comentatios al caso.
La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria
(semFYC) y la Asociación Española de Neuropsiquiatría-Profesionales de Salud
Mental (AEN-PSM) ha alertado del riesgo que puede ocasionar la decisión del
Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad de retirar la tarjeta
sanitaria a los inmigrantes irregulares o 'sin papeles', ya que al quitarles
"de golpe" la asistencia continua que reciben "se les está
condenando a sufrir recaídas".
Según han asegurado ambas entidades en un comunicado conjunto, en estos casos el control y la recuperación no se consigue con intervenciones urgentes, puntuales y aisladas, sino con procesos integrados, coordinados y multidisciplinares.
Según han asegurado ambas entidades en un comunicado conjunto, en estos casos el control y la recuperación no se consigue con intervenciones urgentes, puntuales y aisladas, sino con procesos integrados, coordinados y multidisciplinares.
Esta es una gran verdad que demuestra que la nueva legislación
se hizo de arriba abajo sin pensar en las consecuencias. Es ridículo decir que
se prestará asistencia en urgencias pero no se asegure el seguimiento
ambulatorio.
¿Qué habrá de hacer un psiquiatra de urgencias ante una
crisis psicótica o ante un episodio maníaco o depresivo grave? ¿Prescribir un
coctel de sedantes y ansiolíticos y dar el alta en urgencias mismas? ¿Escribir
una pauta ascendente y que el paciente se autoregule? ¿Forzar el ingreso
hospitalario para poder controlar a un paciente que puede constituir un riesgo
para sí o para los demás, cuando con un adecuado control ambulatorio sería
suficiente?
Los médicos de familia y los neuropsiquiatras han recordado que una situación administrativa irregular representa por sí misma "un factor de estrés de primer orden, lo que hace que este colectivo "ya, de entrada, corra mayor riesgo de sufrir trastornos de salud mental". Asimismo, en estas circunstancias se incrementan los problemas de cumplimiento de la medicación y se corre un mayor riesgo de comorbilidad (drogas o procesos infecciosos).
De acuerdo, pero vamos un poco más allá aunque parezca
catastrofista o alarmista. La mayoría de los pacientes psiquiátricos en un
acceso agudo e intenso (grave) de cualquier psicopatología mayor precisa de un
soporte y control importantes para conseguir que el brote ceda. Si a ello le
añadimos que en caso de psicosis o manía el paciente suele tener su propio y
alterado punto de vista sobre la conveniencia o no de tomar fármacos o puede
que ni se acuerde, el tratamiento pautado en urgencias no va a servir de nada.
Luego un caso que podría ser tratado a nivel ambulatorio
va a tener que esperarse a que se convierta en una urgencia que requiera la
orden de ingreso forzoso con el riesgo que ello conlleva para el paciente y las
demás personas.
Todos sabemos que el cumplimiento terapéutico en los
pacientes psiquiátricos es de los más difíciles de conseguir por los efectos
indeseables de los fármacos que usamos así como por las creencias que
desarrollan dichos pacientes cuando su sentido de la realidad se encuentra
alterado en calidad y cantidad.
A parte de los efectos indeseables (exceso de sedación,
alteraciones extrapiramidales o neurológicas, etc.) tenemos el coste de los
fármacos y la pérdida de la opción de los inyectables de larga duración; así
como el seguimiento periódico de los niveles y toxicidad de los mismos (p.ej:
Leponex -clozapina-, Cisordinol –zuclopentixol-, Plenur –lítio-, Depakine –Valproato-,
etc).
Además, como estas personas arrastran dificultades sociales y psicosociales, "la exclusión sanitaria les coloca claramente en una situación de riesgo de marginación social".
Y no solo ello, sino que el riesgo de comorbilidad con
accidentes, violencia, drogadicción, etc. se verá aumentado en mucho en
relación a las probabilidades de suceso.
Todo ello hace necesaria una atención continuada por lo que, al quedarse fuera de la red sanitaria, estos pacientes también pierden las prestaciones y servicios de otras redes de atención al trastorno mental grave.
Es decir, el tratamiento concomitante con ayudas
sociales, laborales y económicas.
De igual modo, semFYC y la AEN-PSM han criticado que sean las ONG las que asuman el cuidado de estos pacientes, dado que "no las hay especializadas en esta tarea para los casos graves y las pocas que trabajan en salud arrastran una situación crítica resultado de la retirada de ayudas".
Este es otro tema curioso y neo-liberal que me produce
repugnancia. Que en una sociedad “moderna” donde los derechos humanos y
sociales parece que priman en su constitución, haya de haber ONGs que se
dediquen a paliar a base de aportaciones privadas los desaguisados de los
gobiernos y la economía, lo veo a todas luces tercermundista e inhumano como
poco.
Ambas entidades han destacado que hay estudios suficientes realizados en España que avalan que los inmigrantes son menos frecuentadores que los autóctonos, mientras que en salud mental "el perfil del afectado responde al de un tipo de paciente que no sólo no reclama la atención sino que incluso la evita".
Bueno, ello ocurre en todo el espectro social en el caso
de la psiquiatría, aunque sí es cierto que los inmigrantes y más los sinpapeles
son reacios a pedir ayuda psiquiátrica.
En resumen: otra pifia monumental mire por donde se mire,
cuyo resultado, si algún día se evalúa arrojará un aumento descarado del gasto
médico y social, al obligar a que dichos pacientes sean atendidos por urgencias
y a los problemas secundarios a los desordenes mentales descontrolados: violencia,
drogadicción, ETS, etc. Y para ilustrar ello un ejemplo muy común: joven de 18
años que hace un debut esquizofrénico del tipo paranoide. En su delirio y al no
contar con soporte familiar, decide enfrentarse él solito con los vecinos, se
llama a la policía la cual llama al SEM y se le lleva al Hospital, allí se le
inyecta haloperidol y un ansiolítico, se espera una horas y con la recomendación
que vaya a un psiquiatra, se le da el alta. Pasa el efecto del haloperidol y
reaparece el delirio. Esta vez pero comete un homicidio. Si ello ya de por sí
es factible, imaginad con la nueva situación en relación a la atención
sanitaria y social.
Si, otra decisión tomada sin pensar por el actual gobierno; y siempre los mas desfavorecidos a pagar las consecuencias, en este caso los enfermos mentales, como si de una gripe se tratara.
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