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Consideramos
que una persona está deprimida cuando su rendimiento general baja y la notamos
apagada y triste.
Esta
sería la concepción de la depresión clásica, pero hay otros tipos de depresión
en que la persona no se encuentra triste si no irritable. Los adolescentes suelen
expresar los estados depresivos de una manera apagada e irritable.
No
todos los estados depresivos se tienen que considerar depresiones. Para poder
afirmar que alguien tiene una depresión se debe amoldar a la siguiente regla:
como mínimo dos semanas en que casi todo el día y casi cada día la persona se
encuentra triste (apagada) o irritable (en caso de los adolescentes).
En los
adolescentes es muy típico que haya días o momentos depresivos (en los adultos
también. Es aquello cuando decimos “hoy tengo un mal día” u “hoy todo lo veo
negro”). En los adolescentes, la alternancia euforia-depresión es más frecuente
que en los adultos. Y, por lo tanto, no nos tenemos que preocupar.
Cuando
un adolescente manifiesta un estado depresivo suele ser causado por una
frustración a sus demandas, intenciones, expectativas, creencias, etc.
Digamos
que el adolescente se recalibra y, por lo tanto quiere encerrarse en su
interior hasta que no integre aquello que le ha sorprendido. Una vez hecha la
“digestión” de la causa, la persona recupera su estado de humor anterior.
Pero
hay otros estados que sí nos tienen que preocupar… De éstos nos ocuparemos en
los siguientes artículos.
1.
Sensación
de tristeza o vacío, llanto inevitable sin causa aparente, irritabilidad en los
adolescentes.
2.
Disminución
importante en llevar a cabo o participar en actividades que provoquen
satisfacción.
3.
Alteración
de la conducta alimenticia: pérdida o aumento de peso.
4.
Insomnio
o más ganas de dormir. Sobre todo despertarse a media noche.
5.
Lentitud
física. También inquietud y nerviosismo.
6.
Sensación
de agotamiento físico.
7.
Sentimiento
de inutilidad, sensación de culpa constante sin haber causa objetivable.
8.
Disminución
de la memoria y de la capacidad de concentración.
9.
Sensación
de muerte o pensamientos suicidas.
Estos síntomas tienen que perdurar en
el tiempo (15 días como mínimo) para poder considerar que la persona tiene una
depresión grave. El resto de estados depresivos se manifestarán en algún o algunos
de estos síntomas y posiblemente responden a una causa externa.
Así, podemos dividir la depresión en
dos grandes tipos en función del origen. Cuando no hay un origen claro en el
tiempo ni tampoco una causa clara y, cuando hay una relación evidente entre
causa y depresión.
En el primer tipo estamos hablando de
una depresión endógena y posiblemente de causa genética. En el segundo tipo
hablamos de una reacción de la mente ante una causa exterior (frustración,
imposibilidad de decidir, muerte de un ser querido, trauma psicosocial – un
accidente -, enfermedad física grave e incapacitante…)
Las depresiones se tienen que tratar.
Algunas precisarán medicación, otras no. Todas se beneficiarán de la
psicoterapia.
Evidentemente el síntoma más
peligroso es la intencionalidad suicida.
La próxima entrada hablaremos de las Depresiones Adaptativas y del Duelo en menores y adolescentes.
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