SALUT MENTAL

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viernes, 15 de junio de 2012

DESORDENES CONDUCTUALES EN PACIENTES AFETOS DE ENFERMEDAD MENTAL CRÓNICA

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Antonio es un paciente crónico de 64 años de edad. La enfermedad que padece es una esquizofrenia crónica paranoide. En cuanto a la sintomatología se encuentra muy bien estabilizado de hace varios años.

Yo le conozco desde hace unos 6 o 7 años. Ingresó en una residencia para enfermos mentales crónicos en la que trabajaba yo por aquél entonces.

Es una persona inteligente y con un buen nivel cultural. No es cerrada, tiene sentido del humor, le gusta escribir poesías…

Pero Antonio tiene un segundo diagnóstico y es el trastorno pasivo-agresivo de la personalidad (http://projecteoriol.blogspot.com.es/2012/04/los-trastornos-de-la-personalidad-5-no.html) con fuertes rasgos sociopáticos.

Dicho diagnóstico precede al de la esquizofrenia en relación al tiempo. Él hizo el debut psicótico hacia los 17 años pero su personalidad premórbida ya estaba definida y actuante.

También el trastorno de la personalidad es más importante en relación al estado de salud integral que el de psicosis. Ello significa que la mayoría de problemas de Antonio se deben a su relación con el medio externo: familia, amigos, sociedad, ocupación…

Antonio ingresó hace cosa de 4 meses en el Projecte Oriol. Elegimos como convivente el hogar de César por considerarlo el más adecuado.

César es una persona de nacionalidad argentina bien integrado en nuestra sociedad y cultura. Su profesión fue la de militar.

Es una persona honesta, sincera, educada, culta, con valores educativos muy claros, humilde y consecuente con sus pensamientos.

Era la persona ideal para dar soporte a Antonio.

Antonio por su patología de personalidad es un individuo muy complicado y de muy difícil convivencia.

De igual manera que puede ser muy bien educado cuando le interesa, puede ser un déspota cuando no se siente satisfecho.

El primer mes fue de amoldamiento al entorno familiar y social nuevo. Se integró en un club informal de petanca, se le apuntó al Casal del barrio,  a la biblioteca. Se le facilitó una iglesia donde poder acudir para practicar su fe, etc.

A César ya le costó mucho que Antonio respetara las horas de descanso nocturno y sobretodo diurno de la familia. Interrumpía e irrumpía en los aposentos de la familia con cualquier excusa, una y otra vez. César aplicó la paciencia y la repetición respetuosa de las normas de la casa. Como no había manera se aplicaron sanciones suaves para reconducirlo. El resultado ha estado medio-medio. Sigue usando esta estrategia para sus constantes venganzas por asuntos de convivencia y por las frustraciones que le suceden en los ámbitos sociales donde se mueve.

La prácticamente nula capacidad de tolerancia a la frustración en cualquier tipo de relación que establece, ha ido generando en el barrio un desapego y aversión hacia él por parte de bares, biblioteca, Casal, Petanca, tiendas, Centro de Asistencia Primaria, etc.

Ante la más mínima contrariedad a sus demandas y exigencias reacciona de manera agresiva a nivel verbal. Por otra parte no quiere comportarse educadamente con los demás y los demás se sienten como mínimo incómodos ante su presencia. Maltrata a las personas, sobre todo a las de mayor edad, a los inmigrantes y a todo aquel o aquella que no le preste atención o que se niegue a sus caprichos o exigencias.

Actualmente tiene “quemado” a su entorno social y César que aguanta más que un espartano aun quiere seguir luchando.

Pero mi decisión es que dicho residente no está en condiciones de vivir en sociedad de manera libre. Por desgracia he de aplicar la última opción:

Esta semana que viene se procederá a tener una reunión con él, su hermano tutor, César, la persona que hace las veces de trabajadora social y un servidor.

El guión solo tiene un ítem: resolución de la situación de convivencia social y familiar actual.

Como es natural en dichas personalidades se presentará inocente de cualquier conflicto que se le relate. Su manera es la negación (yo no he sido), la proyección de la responsabilidad (la culpa es de otro) y la agresividad (faltar el respeto).

Como que una conversación así es del todo improductiva, no se le permitirá ya ninguna de sus estrategias y los demás componentes de la reunión le indicarán que tiene una semana para demostrar que ha entendido que no puede mantener este nivel de relación con los demás.

Dudo casi al 100% que ello dé resultado aunque la alternativa que se le planteará será la de un ingreso residencial. Ingreso que sin duda se producirá.

Realmente es una lástima ya que perderá todas las opciones sociales que ofrece un barrio, así como el calor y confort de un hogar.

No le culpamos ya que entendemos lo que es su patología de personalidad y sabemos que no puede hacer más, pero ello no le exime de qué el entorno social y familiar haya de sentirse agredido a estos niveles por muy incapaz que sea el miembro. Tampoco actuamos movidos por el afán económico y por ello todo tiene un límite. Sabemos que Antonio no lo pasa bien ya que se encuentra en fase de exclusión social y ello justifica aun más la decisión tomada.

Si tenéis comentarios o ideas no dudeis en publicarlas.

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