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miércoles, 11 de abril de 2012

LOS TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD-3. CLÚSTER 'B'-2: Inmaduros-Impulsivos. PERSONALIDAD HISTRIÓNICA y NARCISISTA

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PERSONALIDAD HISTRIÓNICA

La persona con sentir histriónico es aquella que busca captar la atención de los demás sobre ella misma. No puede evitar intentar destacar.

Son personalidades divertidas de mirar pero difíciles de amar.

También como a las otras 3 personalidades de este clúster suelen tener el “complejo de cleenex”: cuando ya tienen lo que quieren del otro u otra, suelen pasar e ir a por otro objetivo.

La personalidad histriónica es la más seductora ya que parece que nos preste más atención que a los demás pero lo que persigue es enaltecer nuestro ego para luego hacer victoria de ello e ir a por otr@.

La personalidad histriónica no puede querer a otras personas ya que lo que perdió en su infancia nunca lo podrá recuperar. De la misma manera que las otras personalidades, intenta conseguir un amor verdadero pero no se fía de ello; luego inhibe el deseo de desear ser querido y lo transforma en otro objetivo. En este caso es el obtener de otro la atención, la sonrisa, el te quiero.

Suele presentarse de manera lujuriosa y a veces extravagante. Le encanta seducir. Tiene poco real que ofrecer pero su imaginación y capacidad de manipulación son tremendas.

Siempre digo que son vendedor@s de humo.

L@s hay con éxito social importante por cualidades que tienen pero nunca les va del todo bien la vida.

La personalidad histriónica puede hacer lo que sea para captar la atención de sus objetivos. Puede tener ataques, parasuicidios, crisis emocionales, conductas arriesgadas o sobre dimensionadas. Si fija el objetivo en alguien y est@ no le hace caso, puede llegar a pponer en riesgo subida para conseguir que ést@ alguien reacciones y se fije en ell@s.

Curiosamente y en concordancia con lo dicho, pueden parecer muy necesitad@s de sexo como expresión máxima de seducción pero ello es otra trampa, ya que tampoco les atrae el sexo a no sea como arma o arte para conseguir su meta. En este sentido son poco activ@s sexualmente hablando.

Su vida, aunque parece llena, es muy vacía y sufre por ello. Lo suele dramatizar y así conseguir un plus de atención.

El término lo recogió de Freud de la psiquiatría en relación al concepto que le dio de neurosis conversiva y deviene del significado de “furor uterino”. El, luego lo concretó en la histeria conversiva. Pero no fue hasta más tarde que el nombre se adecuó a un tipo de personalidad.

Sí que es cierto que ocurre más en mujeres pero no únicamente. Psicoanalíticamente deviene del complejo de Edipo (o Electra) pero si le sacamos el contenido sexual freudiano, nos aparece la intervención clara del padre o de la madre en valorar a la hija (o hijo) en aquello que se exhibe y no en el hecho del querer. Es decir, los padres han potenciado más la expresión del otro que no el afecto genuino que se debe y se siente por los hij@s.

Hay un gran componente sexual en la génesis del trastorno. Ello es cierto. Pero se produce en la mente del menor: “mi papá (mi mamá) me hacen caso cuando me exhibo. No obtengo tanta atención cuando saco buenas notas o rindo bien en los deportes, o en el trato, o en mis dibujos…” Y allí se queda encallada la historia y allí se crea el trastorno o el prototipo de personalidad.

Aprenden a obtener lo que quieren de sus padres por la seducción. Nunca por logros de otro estilo.

Así se fragua su personalidad. Lo que ocurre es que a partir de la adolescencia, ello no es suficiente para crear una autoestima alimentada por otros logros que los descritos. No tan solo les cuesta de entender ello, sino que no saben cómo encontrar otras fuentes de satisfacción personal. Allí se quedan encallad@s.


PERSONALIDAD NARCICISTA

Los narcisistas necesitan sentirse admirados por sus grandes cualidades.

La historia típica de un narcisista es de alguien que fue muy valorado en la infancia porqué tienen grandes cualidades pero estas fueron las mismas que le perdieron al ser demasiado elogiadas por el entorno inmediato. Es decir, niñ@s con cierto talento e inteligencia que se sacan las cosas con más facilidad y éxito que los demás o que saquen lo que saquen siempre son valorados y ensalzados, culpando a otros de sus fracasos. La falta del esfuerzo requerido para aprender a aprender es lo que los hace fracasar. Generalmente se encallan en la preadolescencia, cuando las exigencias educativas son mayores y sí se precisa ya del esfuerzo de la dedicación de tiempo en superar los exámenes y otras pruebas.

Con los primeros fracasos aparecen las primeras proyecciones hacia los demás de su responsabilidad. Y si son aceptadas por los demás, el círculo se cierra para siempre (o casi siempre).

El/la niñ@ triunfador, al que se le quería por su fulgor, no aprendió el precio del esfuerzo y su estigma fue decayendo año tras año, examen tras examen hasta pasada la adolescencia.

Ahí se gesta su drama. El narciso suele vivir de recuerdos esplendorosos deformados por la imaginación, donde en cada historia que nos cuenta hay gran gloria hasta que alguien o algo lo echa todo por tierra. Son avatares o envidias o maquinaciones pero, nunca es su responsabilidad.

Son de difícil trato cuando los escuchas y notas como intentan vanagloriarse ante ti, aunque no te conozcan y cuando se sueltan, entiendes qué es lo que pasa.

Pueden tratar a los demás con condescendencia o con prepotencia. Los demás pueden caer en sus encantos o no. Son muy buenos manipuladores y enseguida se les ocurren ideas que generalmente son buenas pero no tienen la paciencia de llevarlas a cabo. Se cansan, se frustran, proyectan su responsabilidad a los demás, etc. y ello acaba en el fracaso.

En su no entender lo que les ocurre, pueden caer en depresiones, en actos parasuicidas, en arranques de agresividad verbal o física, en alcohol y drogas como los demás trastornos de la personalidad y como todos ellos (los del clúster ‘B’) tienen una muy baja tolerancia a la frustración: cualquier escollo en sus proyectos les lleva al abandono justificado en excusas proyectadas hacia los demás.

Es decir hay muy baja capacidad de autocrítica.

Con ello, hay personalidades narcisistas que consiguen el éxito social pero siempre les ocurre lo mismo: no se sienten satisfech@s.

Con las relaciones de pareja son muy “cleenex”. Pareciera que hacen colecciones de amantes y en su fantasía superan records.

Pero nunca hay que olvidar que no hay maldad sino dolor. Dolor por saberse impotentes para conseguir lo que de pequeños sentían: autoestima.

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