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jueves, 19 de julio de 2012

LA RUPTURA DE LAS PAREJAS CON HIJOS y BIENES EN COMÚN-2. Un recien nacid@ y la infidelidad.


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¿Por qué aparecen disonancias de relación en la pareja al nacer un hij@?

Es un concepto fácil de entender si uno escucha.

El nacimiento del primer hijo (y los que vengan luego) produce de entrada un desajuste agudo en la nueva familia: alteración de horarios, lloros, cambios de pañales, comer cada 3 horas, los malditos cólicos, etc, etc. Hay que saber organizarse para dar soporte a quien más carga le conlleva (generalmente la madre).

Hay pocos momentos de intimidad, hay agotamiento que se va acumulando, hay sufrires, la atención de la madre se desvía mucho hacia el bebé y a veces el compañero lo resiente, etc.

Ello mes tras mes y sobre todo en el primer año suele conllevar a una crisis de pareja. Algunos hombres no lo aguantan y se separan. Algunas mujeres les ocurre lo mismo y también deciden separarse.

La falta de comunicación o las discusiones fáciles con listas negras extensas y repetitivas son la causa de estas crisis. Recordemos que algunas no tienen solución y la pareja se separa.

Supongamos que se supera esta crisis con una nueva asunción en la pareja de que son 3 y no 2.

Ahora suele venir (en parejas con hijos) el tema del sexo. Hay varias razones para las que la relación habitual con una pareja suele cambiar:
        1.- Los hijos. La dedicación de la madre a los hijos suele disminuir su interés sexual por su pareja (y digo suele, porque siempre hay excepciones, y no pocas). Está más cansada, no le apetece, etc. El hombre (en un prototipo habitual de pareja) si ya se siente desplazado por el bebé, aun se siente más cuando no encuentra tanto deseo sexual en su pareja
        2.- Los errores en los pactos de convivencia. Ya comentamos que son. Ello significa que uno de los dos o los dos tragan por temas relativos al otro en lugar de haberlos debatido y zanjado (las listas negras). Sobre todo las mujeres son muy sensibles a ello y suelen reaccionar con una disminución casi total de la libido. No lo hacen adrede, simplemente están dolidas y su cuerpo lo expresa.
        3.- La pérdida de interés por alguna de las partes. Ello puede ser debido al cansancio físico, a cambio en las prioridades vitales, a un sexo no plenamente satisfactorio (tanto en una parte como en otra, de manera directa o como respuesta).

Si todo se va superando, crisis tras crisis, remodelación tras remodelación, suele llegar una edad en la que las personas piensan ya más en su vida en retrospectiva. El organismo avisa: empieza el descenso. Ello suele ocurrir entre los 40 y los 50. Puede que sea hora de un cambio. Puede que un@ piense que ha dedicado ya demasiado tiempo a la familia y que se ha ido dejando muchas cosas atrás. Puede que al ser los hijos mayores, un@ deje de tener paciencia o aguantar temas de la pareja con las que nunca ha estado de acuerdo. Hay razones para cada persona; el hecho es que uno aunque quiera al otro desea volar.

Nos quedan dos temas y dos razones más en la causa de las separaciones: la infidelidad (y el enamorarse de otr@).


La infidelidad

Podemos entender aquí por infidelidad aquella conducta que quebranta un pacto primordial explícito o esperable (implícito) de una relación. Es decir aquello que el otro nunca esperaría de nosotros y en lo que fundamenta la relación que mantenga con el otro.

Pero bueno, hablando de lo que la gente sobreentiende de esta palabra, podemos reducir la definición a tratar a otro de la misma manera que se espera que lo hagas con tu pareja. Ello puede tener dos significados: el sexo y el cortejo.

Luego nos encontramos con tres variables más en relación a la frecuencia: lo que se llama echar una cana al aire, lo que se llama tener un@ amante y enamorarse de otro.

La infidelidad sexual es algo que ocurre en más de un tercio de las parejas, muy igualado entre hombres y mujeres.
        1.- Echar una cana al aire por motivos sexuales. No implica que el actor no quiera al otr@. Es simplemente lo que se considera un desliz o un respiro o como se le quiera llamar. Las causa pueden ser variadas: hacerlo con otr@ para ver qué tal, no obtener el placer deseado (en cantidad o calidad) con la pareja habitual, ir a una fiesta y perder el control, l@s que tienen la necesidad de sentirse seductor@s, una venganza, el morbo de sentirse infiel, etc.
        2.- Cortejar a alguien por motivos sexuales aunque no se pretenda llegar a ello. Es decir, buscar un amor platónico. Ello ocurre cuando necesitamos que alguien nos preste atención porque la que nos prestaban ya no es suficiente. Es una necesidad de sentirse “querido”. Cuando esta situación se alarga, generalmente acaba en infidelidad física, aunque también puede dar fuerza suficiente para romper con la pareja actual.
        3.- Tener un@ amante sexual. Ello que en principio parece fácil es sin duda una de las relaciones más complejas que existe. Un@ amante sexual es alguien con quien te juntas de manera fija a lo largo de un tiempo para practicar el sexo. Es complejo porque la relación de dos de manera más o menos duradera basada en el sexo llega a su agotamiento. Estas parejas suelen estar destinadas a la ruptura. Dichas situaciones pueden ser múltiples y suelen conllevar a quien las practica a una rutina en su propia vida. Es como un “complemento”. Las razones son variadas pero interviene el morbo, el sentirse libre y el salir de una “monotonía” para quien las practica.
        4.- Tener un@ amante con otros objetivos que el sexual. Aquí entramos en el terreno del enamoramiento de otra persona. Es un tema difícil porque los sentimientos que entran en juego no son el simple sexo, sino el deseo de compartir más cosas con el/la otr@. Es difícil pero no imposible que una relación así pueda correr paralela a una de formalizada por mucho tiempo.
Muchas de estas relaciones se convierten en un tira y afloja sobre el hecho de separarse de la actual pareja e iniciar una vida conjunta nueva.
El estrés que conlleva el armonizar ambas vidas y mantenerlas separaditas es muy elevado ya que el riesgo de cometer errores también lo es.
Dichas relaciones suelen producirse por pocas razones: morbosidad (aventura), enamorarse pero no como para separarse, sentimiento de soledad en la vida familiar.
A más a más se mezcla la perplejidad ante la verdad de la canción que dice: “como puedes querer dos mujeres (hombres) a la vez y no estar loc@”.

Ya hablaremos un poco más adelante sobre los significados de todo ello.



miércoles, 18 de julio de 2012

LA RUPTURA DE LAS PAREJAS CON HIJOS y BIENES EN COMÚN-1

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Cuando una pareja llega a su fin, lo mejor es separarse.

Hay parejas que lo tienen claro de entrada. Hay parejas que “luchan” hasta el final. Hay parejas que solo uno de ambos lo tiene claro. En fin, hay de todo.

Hay tipos de ruptura y tipos diferentes de reacciones a ella:

1.- Ruptura consensuada: cuando ambos llegan a la conclusión que lo mejor para todos es separarse. Dicho consenso ha de permanecer durante todo el acto de la separación física. Ello no ocurre siempre:

2.- Ruptura falsamente consensuada. Hay veces que en el calor de una discusión ambos lo ven claro o responden al desafío llevado al extremo pero al día o días siguientes uno o ambos se desdice. Ello lleva a:
        2.1.- Se desdicen los dos pero no intentan resolver de manera civilizada el conflicto que se encuentra activo de hace tiempo.
        2.2.- Se desdice uno pero el otro no. En este caso ocurrirá lo del siguiente punto.

3.- Ruptura impuesta. Cuando uno de los dos decide que ya no quiere estar más con la otra persona aunque sea a costa de perder el compartir (hijos, casa, dinero, otros bienes). A ello hay dos tipos de reacciones:
        3.1.- Aceptación. Es cuando el otro ante la claridad manifiesta del que quiere separarse, le respeta aunque no esté de acuerdo y acabe en una depresión adaptativa.
        3.2.- Negación. Será negación cualquier estrategia conductual que de alguna manera fuerce al otro a permanecer ahí. Hay diferentes tipos de conductas:
                a.- Culpabilizadora: cualquier acto o conducta que obligue al otro a permanecer ahí por miedo a que la otra parte convertida en víctima le suceda algo de lo cual se pueda sentir culpable: dependencia, depresión, intento de autolisis, alteraciones conductuales peligrosas (violencia externa, drogas o alcohol).
                b.- Dependiente: cuando el que teme separarse le hace ver al otro lo que lo necesita.
                c.- Arrepentida: cuando el otro asume que ha sido él o ella el responsable de que el otro quiera separarse. De hecho de ahí puede derivar una relación sumisa que no prosperará o una relación de mal trato al repetirse una y otra vez la conducta que provoca la separación.
                d.- Amenazante: cuando el que no quiere separarse intenta por la fuerza física o verbal obligar al otro a permanecer ahí. Aquí intervienen los malos tratos psicológicos: amenazas físicas hacia la otra parte, amenazas de que se quedará sin dinero o bienes, amenazas de que no verá más a los hijos.


¿Por qué se separan las parejas?

Si lo que une a una pareja es un proyecto común de vida, lo que las separa es la rotura del mismo.

Una relación de pareja es como un contrato donde lo que está escrito puede no ser consciente para ambos participantes.

La relación pre-convivencial es muy importante ya que más allá de la atracción (enamoramiento), se establece la identificación con el proyecto común. Ello simplemente significa que se llevan bien. Si ambos son sinceros entre sí, aparecerán las primeras discrepancias a las cuales se habrá de llegar a un acuerdo (aunque sea tácito) para que la relación pueda fluir.
Temas como la puntualidad, lo que hacer en el tiempo libre, la exposición de los sueños (proyecto de vida a compartir), la educación, la cultura, la necesidad de intimidad, el respeto a las formas y maneras del otro, etc. serán expuestas en este período.

Llega un momento en que la pareja decide y puede convivir. Ahí se entra en otro estado de relación que suele durar unos 2 años. Dicho estado lo llamo yo: pactos de convivencia. Es parecido a los pactos en el noviazgo pero afectan más a la intimidad de ambos. Se supone que cuando uno está en casa, con su pareja, la relación ha de ser muy fluida de manera que nadie se sienta incómodo. Si no nos sentimos cómodos y a gusto en nuestra propia casa, el estrés hará su aparición. De ahí que haya parejas que no superan el año de convivencia. La razón es simple: uno o ambos reconocen que se habían equivocado.

También puede llegar un momento en que la relación dé un paso más y la pareja desee de mutuo acuerdo tener descendencia. Esta es otra prueba de fuego para la solidez de la pareja. Tener un hijo no es una fantasía. Los hijos precisan de una dedicación absoluta en los primeros años de su vida y hay que entenderlo. Siempre he pensado que en los cursos de preparación al parto falta instrucciones reales de lo que ello significa sobre todo en el primer año. Por ello no es infrecuente que dentro del primer año de vida de cada bebé que nazca haya una crisis de pareja y, fijaos que digo “cada”. El primero es más complejo pero los demás también lo son ya que cada vez constriñen más la intimidad de la pareja y de cada uno de los individuos que la conforman.

 
Seguimos en la próxima entrada.